Obituario
Fallece Luis Gil, el hombre que salvó a la Balona en 2009
Su donación fue decisiva para no perder dos categorías
Luis Gil Moya, con corbata verde, junto a Manuel Aguilera y Alfredo Gallardo.
Luis Gil Moya, el empresario sevillano que salvó a la Balona en 2009, ha fallecido este lunes en La Línea.
Su entonces incipiente vinculación con la ciudad permitió en julio de 2009 que la Balona dispusiera del dinero necesario para no descender a Regional por impagos después de haber bajado a Tercera ese año. Las gestiones del presidente Alfredo Gallardo y del concejal Manuel Aguilera fueron decisivas para que Luis Gil Moya terminara respaldando el proyecto con una ayuda, cifrada en doscientos mil euros, que sirvió para compensar una grave situación económica surgida al principio de aquella temporada.
Se da la curiosa coincidencia de que ha fallecido el mismo día que salvó a la Balona, el 31 de julio, aunque catorce años después. Entregó el talón al club un día antes pero la gestión en Madrid se realizó el 31.
Luego se quedó a vivir en La Línea, donde se ganó muy buenas amistades por su carácter afable y desprendido aunque el reconocimiento por lo importante que en su momento fue para la Balona se fuera diluyendo con el tiempo y sólo lo mantuvieran sus más allegados, que siempre recordarán la transcendencia de su ayuda.

Su entonces incipiente vinculación con la ciudad permitió en julio de 2009 que la Balona dispusiera del dinero necesario para no descender a Regional por impagos después de haber bajado a Tercera ese año. Las gestiones del presidente Alfredo Gallardo y del concejal Manuel Aguilera fueron decisivas para que Luis Gil Moya terminara respaldando el proyecto con una ayuda, cifrada en doscientos mil euros, que sirvió para compensar una grave situación económica surgida al principio de aquella temporada.
Se da la curiosa coincidencia de que ha fallecido el mismo día que salvó a la Balona, el 31 de julio, aunque catorce años después. Entregó el talón al club un día antes pero la gestión en Madrid se realizó el 31.
Luego se quedó a vivir en La Línea, donde se ganó muy buenas amistades por su carácter afable y desprendido aunque el reconocimiento por lo importante que en su momento fue para la Balona se fuera diluyendo con el tiempo y sólo lo mantuvieran sus más allegados, que siempre recordarán la transcendencia de su ayuda.
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