Los cambios de entrenador a última hora le suelen salir bien a la Balona

Las veces que la directiva decidió sustituir al entrenador con muy poco tiempo por delante salieron casi siempre muy bien. Salvo una vez, en el resto se consiguió el objetivo, ya fuera del ascenso o de la permanencia.

La primera vez fue en la temporada 75-76, la del descenso a Regional Preferente. La Balona empezó con el catalán Gerardo Gatell en el banquillo, pero en la cuarta jornada fue sustituido por el jerezano Diego Mendoza, que a su vez dejó el puesto a Francisco Campos en la jornada 29. Este fue el único año en que la tardía sustitución del técnico no valió para nada. No hubo reacción y el equipo bajó una jornada antes del final.

Las otras cuatro ocasiones hubo éxito en la decisión. En la 82-83, después de treinta jornadas invicta, la Balona de Joaquín Carreras entró en un preocupante bache que hacía temer por el ascenso. Cuando sólo faltaban tres jornadas fue cesado y le reemplazó Jaco Zafrani, que logró el ascenso en Éibar mes y medio después.

Ocho años después, ya en Segunda B, llegó la tarde inolvidable ante el Toledo. Carlos Pacheco fue cesado en la jornada 31 y regresó Alvarito, que salvó al equipo después de una carambola a varias bandas.

En la 98-99 ocurrió algo muy parecido a la 82-83. El equipo, entrenado por Rafa Escobar, era líder pero había entrado en barrena y había cierto temor, por lo que Ángel Serrano recurrió a Baby y Márquez en la jornada 34, a falta de cuatro para el final. Todo salió bien y la Balona ascendió ante el Hellín.

Y la última vez fue también de esas que nadie espera. La Balona de Julio Cobos estaba seriamente amenazada a falta de tres jornadas para el final, por lo que Pandalone cesó al extremeño y llamó a un desconocido Pedro Sánchez de la Nieta. Tras caer en Jumilla se empató en casa ante el Cartagena y se ganó en Murcia 0-2, con lo que el objetivo se consiguió.

Víctor Basadre llegó con siete jornadas por delante y por el momento no se ha mejorado la situación, pero hay expectativas si el equipo cambia de actitud y se asemeja al que perdió con honra en Ferrol.