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José Manuel Fernández
Martes, 02 de Mayo de 2023 Tiempo de lectura:
Efemérides

Hoy se cumplen 150 años de la primera piedra de la iglesia de la Inmaculada

El obispo Arriete bendijo las obras el 2 de mayo de 1873

Hoy, 2 de mayo, se cumplen 150 años de la colocación de la primera piedra de la iglesia de la Inmaculada Concepción.

 

La Línea limitaba sus prácticas religiosas en sus primeros años como municipio independiente a una pequeña capilla cerca del edificio de la Comandancia Militar, en la explanada. Sus condiciones eran impropias de una población en auge y los días de lluvia era imposible la misa por el ruido ensordecedor que provocaba la caída del agua sobre la chapa del tejado. Además, apenas si cabían ochenta personas.

 

Esta situación hizo necesaria la construcción de una nueva iglesia y las gestiones comenzaron sin pausa para tratar de conseguir pronto la financiación del proyecto.

 

Félix María Arriete y Llano, obispo de Cádiz, presidió una reunión en la que se acordó levantar una iglesia. La decisión fue tomada el 24 de abril de 1873 y se determinó también que la construcción tenía que llevarse a cabo con donativos de los fieles. Y con este fin se nombró una directiva presidida por José Hernández con Pedro Vigo, el coadjutor, como vicepresidente. El contador era Andrés Quiñones; el tesorero Lorenzo Barranco; el secretario Ricardo Herrera y los vocales Antonio Recaño, Pedro García, Tomás Manito, Juan Garesse y Manuel Lorenzo. Todos se entregaron con mucho interés y con entusiasmo a la tarea y pronto se fueron viendo los frutos.

 

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El obispo concedió un importante donativo, lo mismo que los componentes de la directiva, y Juan Garesse cedió el terreno para la edificación de la parroquia. El 2 de mayo del mismo año, el obispo, acompañado por las autoridades civiles y militares y por la directiva, y en presencia de mucho público, colocó la primera piedra y bendijo las obras.

 

El Ayuntamiento solicitó el 3 de julio de ese año una parroquia propia independiente de San Roque. El 30 de octubre, el prelado publicó un decreto que daba el título de iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción a la nueva iglesia y nombró a un párroco y un coadjutor para regirla. El 23 de noviembre, el párroco Pedro Vigo leyó un decreto en presencia del alcalde, José Vázquez; el comandante militar, José Torres; el juez municipal, Manuel Herrera; y otras autoridades locales. El acto contó también con la presencia de muchos vecinos.

 

La junta trabajó con gran celo y las obras avanzaron a pesar de las constantes dificultades económicas. Los fieles cooperaron con donativos y hubo rifas, funciones teatrales y tómbolas. Pese a la intensa labor realizada la construcción tardó en terminar.

 

El 29 de junio de 1879 se celebró una sesión extraordinaria de la junta parroquial presidida por el obispo, que puso de manifiesto la necesidad de concluir la obra, no sólo por el aspecto espiritual, perdido por no haber local en un pueblo de más de 19.000 habitantes, sino también para el decoro de la población. Añadió que una de las necesidades más apremiantes de su diócesis era la terminación de la iglesia y que él no estaba en condiciones de dedicar sumas de importancia para esa tarea porque sólo llevaba dos meses al frente, pero que su crédito personal y el de su autoridad y dignidad episcopal los presentaba como garantía en el caso de que una suscripción general no fuese suficiente para cubrir la cantidad necesaria. Expresó igualmente su deseo de hacer otro viaje expresamente para bendecir el templo y honrar en él a Dios.

 

Las gestiones para continuar las obras se intensificaron tras la visita del obispo. La junta acordó por unanimidad dirigir tres exposiciones en demanda de limosna para la construcción de la iglesia: una al Rey Alfonso XII, otra a la Princesa de Asturias y la tercera a S. M. Fidelísima. Estas exposiciones fueron presentadas por el diputado Ruiz Tagle, la marquesa de Santa Cruz y el cónsul de Portugal en Cádiz, Carlos Branchi. El Ayuntamiento colaboró en gran escala en las obras que, gracias al esfuerzo de todos, iban llegando a feliz término. La parroquia de la Inmaculada Concepción se presentaba ya como una auténtica realidad. El arquitecto Eudury dirigió una carta al presidente de la junta en la que indicaba que cedía sus honorarios en beneficio del fondo de la nueva iglesia.

 

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El importe de las construcciones y de los gastos ascendió a más de nueve mil duros, de los que unos tres mil provinieron de limosnas de los fieles, suscripciones en la diócesis y otros puntos de España y donativos del obispo. La fábrica de la parroquia de San Fernando facilitó el préstamo de cinco mil duros en calidad de reintegro. Al frente de la obra estuvo el presbítero Santiago Fernández Cano, que en mayo del mismo año 1879 había sido nombrado cura ecónomo de la parroquia. De hecho, gracias a sus esfuerzos y desvelos pudo ser terminado el edificio.

 

Y por fin acabaron las obras. El 8 de diciembre de 1879 se celebró la primera misa, oficiada por el obispo Jaime Catalá y Albosa. Asistieron las autoridades locales e innumerables fieles.

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