
Semana Santa
La cofradía de las Penas y los Dolores desafía al viento
El encuentro ante el Gran Poder, muy emotivo
Aunque el tiempo no acompañó en exceso, la cofradía de las Penas y los Dolores completó una decorosa estación de penitencia. El viento apagó la candelería del palio en varias ocasiones aunque es cierto que durante muchas partes del recorrido iluminó el rostro de la Virgen de los Dolores.
La salida a las siete de la tarde volvió a reunir a cientos de personas a las puertas de la iglesia de Santiago, por donde salió puntual la cruz de guía para dar paso al Señor de las Penas. Como es habitual, una vez en la calle se le colocó la parte de la cruz que no puede salir por el dintel del templo.
El cortejo se adentró en las estrechas calles de Santiago hasta salir a la calle González Hontoria, desde donde enfiló la calle Jardines hacia Clavel para entrar en la carrera oficial poco después de las ocho y media de una tarde discreta desde el punto de vista meteorológico, aunque sin lluvia ni un viento excesivamente fuerte.
Jesús de las Penas llegó al palco de autoridades con la solvencia que le caracteriza y que se notaba en la cara de sus capataces, muy satisfechos con la labor de su cuadrilla de costaleros. Para ello contribuyó el buen sonar de la banda de cornetas y tambores de Arroyo de la Miel. Luego llegó el palio de la Virgen de los Dolores, que alcanzó la calle Real mientras la banda de música Amando Herrero tocaba Reina de San Román, una marcha que recuerda a Manolo Caracol y que le dio todavía más solemnidad al momento.
![[Img #3110]](http://diariodelalinea.es/upload/images/04_2023/4124_whatsapp-image-2023-04-04-at-213120.jpeg)
La gente se iba agolpando a ambos lados de la calle al paso del cortejo, bien formado y con mucha gente de penitencia tras los pasos. Uno de los momentos cumbres fue el paso de la procesión por la casa hermandad del Gran Poder. Allí esperaba la junta de gobierno para recibir a la que estaba predestinada a ser la Virgen de la Hermandad. Primero pasó el Cristo y luego lo hizo el palio, que llegó desde la calle López de Ayala a los sones de La Madrugá. Ambos pasos se giraron para situarse ante el portalón de la casa hermandad, donde Jesús del Gran Poder dominaba la situación en medio de la penumbra. Cientos de personas presenciaron uno de los momentos más emotivos de la Semana Santa linense.
El cortejo reanudó la marcha hacia la plaza de Fariñas y en la puerta de la Unión Deportiva hubo cante por saetas convocado por la Peña Flamenca. El regreso, con menos gente en las calles por el frío, culminó en Santiago, donde sí se dieron cita cientos de personas.
La salida a las siete de la tarde volvió a reunir a cientos de personas a las puertas de la iglesia de Santiago, por donde salió puntual la cruz de guía para dar paso al Señor de las Penas. Como es habitual, una vez en la calle se le colocó la parte de la cruz que no puede salir por el dintel del templo.
El cortejo se adentró en las estrechas calles de Santiago hasta salir a la calle González Hontoria, desde donde enfiló la calle Jardines hacia Clavel para entrar en la carrera oficial poco después de las ocho y media de una tarde discreta desde el punto de vista meteorológico, aunque sin lluvia ni un viento excesivamente fuerte.
Jesús de las Penas llegó al palco de autoridades con la solvencia que le caracteriza y que se notaba en la cara de sus capataces, muy satisfechos con la labor de su cuadrilla de costaleros. Para ello contribuyó el buen sonar de la banda de cornetas y tambores de Arroyo de la Miel. Luego llegó el palio de la Virgen de los Dolores, que alcanzó la calle Real mientras la banda de música Amando Herrero tocaba Reina de San Román, una marcha que recuerda a Manolo Caracol y que le dio todavía más solemnidad al momento.
La gente se iba agolpando a ambos lados de la calle al paso del cortejo, bien formado y con mucha gente de penitencia tras los pasos. Uno de los momentos cumbres fue el paso de la procesión por la casa hermandad del Gran Poder. Allí esperaba la junta de gobierno para recibir a la que estaba predestinada a ser la Virgen de la Hermandad. Primero pasó el Cristo y luego lo hizo el palio, que llegó desde la calle López de Ayala a los sones de La Madrugá. Ambos pasos se giraron para situarse ante el portalón de la casa hermandad, donde Jesús del Gran Poder dominaba la situación en medio de la penumbra. Cientos de personas presenciaron uno de los momentos más emotivos de la Semana Santa linense.
El cortejo reanudó la marcha hacia la plaza de Fariñas y en la puerta de la Unión Deportiva hubo cante por saetas convocado por la Peña Flamenca. El regreso, con menos gente en las calles por el frío, culminó en Santiago, donde sí se dieron cita cientos de personas.
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